martes, 30 de diciembre de 2014

Contando las horas y los minutos: una reflexión de fin de año

Quería hacer una reflexión de fin de año en mi blog, y sentí que no podía, no todavía.
Tantas cosas han sucedido, cosas buenas y cosas malas, las dos a montones.
Tantas experiencias, ilusiones y desilusiones, sueños cumplidos, sueños rotos, desafíos y obstáculos y llanos y montañas. Tuve lluvia, canté y lloré bajo ella, tuve sol, tuve tormentas y tuve arcoíris.
Tuve a mis sobrinos, a mis hermanos, a mis cuñados y cuñadas, tuve a mis amigos, en público y abiértamente, y tuve, en lo privado y de forma solapada, a mis enemigos, uno de los cuales a veces me mira a los ojos cuando observo el espejo.
Tuve a mis alumnos, benditos sean todos ellos.
Tuve triunfos, tuve ceremonias, tuve reconocimientos, tuve fracasos, tuve rechazos, tuve amonestaciones y juicios.
Tuve aciertos, tuve errores, tuve bendiciones y tuve pecados, tuve genialidades y tuve burrezas. tuve razón y estuve equivocado. Lo tuve todo y lo perdí todo y lo encontré de nuevo de una forma distinta.
Vi maravillas, vi terrores, vi amor y vi odio.
Alrededor mío y dentro mío convivieron la calma, la locura, la tolerancia, la insensatez, el terror, el coraje, la rebeldía, la sabiduría, la obediencia y la necedad.
Fue año largo y agotador que pasó muy rápido y me dejó pidiendo más.
Y el año que viene lo espero con nuevos desafíos en mi mochila, nuevas esperanzas en mi corazón, nuevos objetivos, nuevas tierras, nuevas alturas, nuevos conocimientos para comprender, viejas metas para alcanzar, antiguas promesas que cumplir.
Empiezo el 2015 como termino el 2014, a la expectativa, esperando el alba, aguardando el ocaso, remontando el día, vigilando la noche.
Y con esta prosa endeble, estas "linhas tortas" (en portugués "lineas torcidas") como dice Gabriel o Pensador, le deseo al lector, lo mismo que deseo para mi, un año de avance, un año de crecer, de superar, de ir más allá, un muy feliz año nuevo, porque los buenos deseos se escriben igual en todas las ideologías.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Una de terror

Primero quiero mostrarles unas fotos de mis alumnos, véanlas bien, por favor:







¿Están enternecidos?¿emocionados?¿inspirados? ¿no? que lástima, deberían, pero no se preocupen, los entiendo. Después de todo no los conocen, ni han visto sus luchas, ni su esfuerzo, ni nada. Además, todos estamos demasiado ocupados con "asuntos importantes" como para darle media bolilla a un grupete de gurises que están terminando cuarto año del liceo, ¿no?. Bueno es justamente de eso que quiero tratar en este artículo, porque nosotros, ciudadanos promedio de nuestra querida República Oriental del Uruguay, que trabajamos, pagamos nuestros impuestos, nuestra televisión por cable y nuestra conexión a Internet, tenemos mucho, muchísimo que aprender de estos gurises.

Hace muy poco que soy docente de tiempo completo, solo dos años. Soy docente, permítanme aclararlo, por elección propia y no por desesperación, como parecen pensar demasiados de mis conciudadanos. Yo elegí esta carrera, aún cuando ya tenía un trabajo cómodo y clientela en abundancia como técnico reparador, instalador y diseñador de páginas web.
Les doy clases, sobre todo, a alumnos de bachilleratos en cursos de informática técnica, y tengo bajo mi responsabilidad más o menos la mitad de sus asignaturas, debido a que en el interior no hay demasiados docentes preparados en esta área particular. Eso implica que paso muchas horas con ellos, en algunos días estoy con ellos la mitad o más del total de horas que están en la Escuela Técnica, y uno llega a conocerlos un poco. También llega a plantearse metas acerca de cómo uno quiere influenciarlos, en qué dirección y con qué propósito.
Cuando un docente como yo pasa tantas horas con los gurises, siendo yo aún jóven, idealista, con mi carita de bebé (que si me afeito parezco de 20 en vez de los 30 pirulos que cargo encima), uno empieza a relacionarse con sus alumnos de forma más profunda, más entrañable, más humana. Y descubre que ellos, los gurises, lo están observando a uno.
Lo hacen todo el tiempo, consciente e inconscientemente y adoptan comportamientos, costumbres, formas de hablar, formas de trabajar y formas de pensar. Y eso me ha hecho sudar frío más de una vez. Por ejemplo en lo más superfluo, mis alumnos aprendieron de mi el fino arte de decir chistes malos, algunos con pericia insuperable. Pero si aprendieron eso ¿qué otras cosas "no curriculares" han aprendido? Puedo decir y con algo de orgullo que han aprendido mucho más de lo que yo podría haberles enseñado jamás en un año escolar.
Han aprendido a trabajar en proyectos ideados por ellos, han aprendido que pueden crear cosas de casi la nada y que pueden hacerlo bien y que esas creaciones pueden ser lo suficientemente novedosas como para atraer la admiración y el aplauso. Han aprendido que pueden trabajar en equipo, repartiéndose las tareas de forma deliberada, optimizando tiempo y esfuerzo. Han aprendido que las diferencias pueden ser factores potenciadores en un equipo, que el compañero o compañera más callado y retraído puede ser perfectamente un líder en ciertas áreas y que mejor lo reclutan rápidamente para el trabajo. Han aprendido a cuestionar las ideas, aún las que expresa el profesor. Han aprendido a hacerse cargo de sus actos, de encarar las responsabilidades. Han aprendido a probar cosas nuevas, aunque en algún momento les parecieron incomprensibles y que a pesar de eso, les pueden gustar. Han aprendido a aceptar y tolerar lo que no entienden del otro. Han aprendido que los defectos personales pueden enfrentarse y superarse, que pueden ser mejores. Han aprendido que competir no significa necesariamente pisar en el pescuezo al contrario y que el deseo de la excelencia puede ser un valor en si mismo. Han aprendido que a veces las cosas sencillamente no salen como uno quisiera y que sin embargo el tiempo invertido no es una pérdida. Han aprendido que aprender puede ser divertido. Han aprendido que "el profe" es un ser humano igual que ellos, que se enoja, se entristece, se cansa, se equivoca, y que también los necesita a ellos para ayudarlo a ser mejor. Han aprendido mucho más que lo que yo les enseñé, han aprendido tanto que me han enseñado a mi. Han aprendido tanto que me siento orgulloso y privilegiado de ser su profesor. Y no, no son superdotados, son gurises ruidosos y revoltosos que se olvidan de estudiar, que arman tremendos desórdenes en cuanto uno sale del salón y que conversan a los gritos, dejándome agotado y superado después de una clase con ellos. Algunos abandonaron, otros no han superado las exigencias del curso y deben rendir exámenes este diciembre. Gurises normales, hijos de cualquier vecino. Gurises excepcionales que bien podrían sacudir el "establishment" en unos años con ideas revolucionarias que yo soy incapaz de concebir. 

Y a estos gurises los tengo que devolver a ustedes, la sociedad que los envía a las aulas, cada tarde al terminar el día. Y ahí es cuando yo empiezo a temblar en serio. Porque este año, como nunca antes, la sociedad "adulta" de mi querido país se ha comportado como una manada de, por falta de mejor palabra, idiotas incivilizados. Algunos de ustedes, ciudadanos respetables en cualquier otra instancia, han perdido tanto el raciocinio que han expresado las ideas más bajas que he tenido el desagrado de leer: destratos, insultos, intolerancias, violentaciones, abusos, vociferaciones, faltas de respeto, degradaciones, etc. Algunos de ustedes han  cometido actos vandálicos con orgullo e impunidad en contra del derecho ajeno a expresarse mientras se suponen a si mismos como demócratas. Algunos de ustedes han insultado por lo más bajo a sus semejantes solo por el simple hecho de que piensan diferente. O sea que a mi, como docente, la sociedad me pide y me exige que inculque a sus hijos para que sean ciudadanos responsables, pero entonces la sociedad misma, con sus acciones, les enseña todo lo contrario, glorificando la irracionalidad y lo que en general solo se puede calificar de barbarie y estupidez.

Probablemente el problema sea el año que vivimos, un año electoral. Las pasiones ideológicas irracionales están a flor de piel, y todos creemos estar del lado correcto del tablero de las ideas. Y eso es complicado para todos nosotros, lo entiendo, siendo tan caudillistas como somos, siempre detrás de algún estandarte que suponemos es el mejor de todos. Es comprensible. No que pueda entenderlo realmente, pero alguna cosa tenía que decirles para que se sientan mejor.
Pero permítanme pedirles una cosa, en cuanto termine el año electoral y quememos las papeletas en el fuego de algún asado, pregúntenle a sus hijos qué cosas han aprendido de ustedes este año y luego obsérvenlos. Si los ven actuando de forma irresponsable, inmadura, destructiva y les dicen que se vayan a algún lugar desagradable, entonces señores y señoras, han aprendido a la perfección la lección que ustedes han impartido toooodo este año. Porque si me observan con tanto detenimiento a mi, que solo comparto muy pocas horas con ellos, que han aprendido a hacer mis chistes malos mejor que yo, ¿qué podrán aprender de ustedes, los adultos que los han traído a este mundo y se supone que velan por su bienestar? Ustedes saquen sus propias cuentas, y en lo posible no me compliquen más mi trabajo, suficiente tengo con des-enseñar toda la porquería que la sociedad les mete en la cabeza a los pobres.

sábado, 14 de junio de 2014

Electrón: un proyecto para diseñar una imagen para Magallanes del Plan Ceibal

Obviamente no tengo suficientes complicaciones, de otra manera no estaría planteandome esta idea.
Desde hace varios años uso GNU/Linux (lease Ubuntu, pero también he usado Debian y Arch) sin mayores contratiempos, no le tengo miedo a la terminal ni a instalar y desinstalar el sistema cuántas veces sea necesario, pero tengo muy claro que para la mayor parte de mis colegas docentes, el usar Ubuntu es más parecido a un castigo debido a las notables diferencias que tiene con Windows. Aparte de los diferentes inconvenientes a los que se enfrentan muy a menudo debido a esas diferencias, tambieén están las dificultades que provienen del hecho de que la mayoría están ejecutando software terriblemente viejo: Ubuntu 10.04, Gnome 2.x, Firefox 3.x, etc (este problema parece haber sido solucionado en parte por la nueva imagen publicada recientemente por el Plan Ceibal, porque Ubuntu 12.04 no es, precismante, el último bollo que salió del horno, aunque anda muy bien en las Magallanes).
Otro problema paralelo es la gran cantidad de software potencialmente inutil que trae preinstalado la imágen del Plan Ceibal. Digo potencialmente porque, por ejemplo:

  • Sugar probablemente solo me sirve si mis alumnos son de primaria.
  • Surfer solo es de alguna utilidad para los profesores de matemáticas
  • Scratch solo tiene sentido para profesores de informática y quizás de matemáticas
  • VMPK es genial para Música y actividades afines, pero para lo demás no tiene gran utilidad
  • etc.
O sea, es software que algunos necesitan, otros no, y la realidad es que muchos docentes no saben desinstalar un programa en Windows así que no tienen ni la más pálida idea de cómo desinstalar un programa en Ubuntu.
Así que desde hace un tiempo vengo preguntándome cómo podría yo colaborar y así dejar de ser otro más de los que se quejan, y tras un experimento muy positivo instalando Arch Linux, decidí que seguramente yo podría hacer lo mismo con otra distribución. Arch no podía ser, por mucho que me pese, debido a que el programa Intel Theft Deterrent Agent esta diseñado para ser usado en derivados de Debian y re-empaquetarlo para Arch me dió unos resultados un tanto dudosos. No quiero usar Ubuntu, porque, a pesar de lo mucho que lo aprecio, carga con demasiado software al santo botón, y Unity es muy lento en las Magallanes. Necesitaba algo que se instalara con lo menos posible y que me permitiera agregar software desde ahí y que además fuera compatible con el Intel TDA. La respuesta más directa que se me ocurre, entonces es Debian. Y entonces tuve la idea de que bien podría crear una imagen semejante a las proporcionadas por el Plan Ceibal, no con el afán de reemplazar, sino de proporcionar alternativas en el más puro espíritu del Software Libre, una imagen que le facilitara al docente la tarea de seleccionar el software que quiere instalado en su Magallanes.
De eso trata este pequeño proyecto: de diseñar y ofrecer una alternativa. 
Espero tener pronta una versión beta en pocos días y que mis colegas, los que se animen, puedan ponerla a prueba y dar ideas para mejorarla.
¡Nos vemos con novedades pronto!

martes, 10 de junio de 2014

"Loco, un poco nada más..."

Hacía tiempo que no tenía la dicha de ser tratado de loco, o de mal de la cabeza que viene a ser lo mismo, y hoy tuve esa dicha.
Y es para tomar nota, porque, al parecer, y dadas las circunstancias en las que recibí el apelativo, para ser loco hoy en día basta con reunir estas características:

  • Ser crítico y cuestionador
  • Gustar del debate argumentativo
  • Ser frontal con las ideas
  • Analizar las ideas de propios y ajenos como quien analiza software: buscando fallas y omisiones
  • Considerar al gobierno mi empleado y no mi lider
Parece que acá en el paisito uno no puede usar guiones propios y debe plegarse a discursos ajenos, porque el acto político parece reducirse a votar, a levantar una banderita en un acto desabrido y seguir como oveja al sobrino de alguien. Lo siento pero no, no me creo ese cantar, no soporto eso, creo y apoyo la multiplicidad de ideas y puntos de vista y lo considero una ventaja comparativa.
Tengo amigos cristianos, agnósticos, ateos y umbandistas, frentistas, blancos, colorados e independientes, bolsos, manyas, de Danubio y de Defensor, rockeros, folcloristas, cumbieros y románticos, técnicos, principiantes, profesionales y no iniciados, carnivoros, omnivoros y vegetarianos, etc. Con ninguno coincido al 100%, pero con todos ellos debato, con todos ellos argumento, y gracias a eso de todos ellos aprendo. Y gracias a ese aprendizaje he llegado mucho más lejos que lo que yo esperaba. Pero en Uruguay le tenemos miedo al debate, y no solo al debate político, al debate en general.

Creo que se debe a que realmente no estamos seguros de lo que creemos, de las ideas que apoyamos, me atrevo a decir que no estamos seguros de nosotros mismos, y en parte se puede justificar. Después de todo somos hijos de una sociedad que sistemáticamente defrauda nuestros ideales, que en vez de empujarnos a la excelencia, festeja con fuegos artificiales el patetismo y la mediocridad, que celebra al vivo y humilla al honesto, al sincero, al idealista. En semejantes circunstancias es muy fácil perder el ánimo, la fe y la esperanza, si lo sabré yo que repetidas veces he remendado mis ideales con parches de realismo. Pero esto solo es una justificación parcial.

¿En qué ideales creemos? ¿marxismo, socialismo, cristianismo, neoliberalismo, comunismo, anarquismo, imperialismo, umbandismo, islamismo, consumismo, egoismo, centralismo, politeismo, queseyoismo? ¿en qué? si creemos en esos ideales, entonces deberíamos estar dispuestos a ponerlos en la mesa de debates, de decir con voz firme "creo en esto, me parece el mejor camino, y me parece así por estos motivos". Acaso nuestros argumentos fallen, sean rechazados, sean refutados, pero si no los expresamos puede pasar algo peor: que nuestros ideales sean ignorados. Además, quien piensa que el debate es una lucha de ideas nunca ha debatido, el debate es la forja de ideas, es donde las ideas son puestas bajo el fuego y el martillo del cuestionamiento, donde se desechan los conceptos inútiles y queda el núcleo candente expuesto para tomar formas nuevas e inesperadas. En el debate las ideas evolucionan, no solo en la mente de quienes debaten, en las mentes de quienes los escuchan. Porque la idea y el ideal son el comienzo, no el fin de todo esto, son el sustrato de donde partimos para definir la puesta en práctica. Las ideas, por si mismas son inútiles, letra muerta, pero en acción son poderosas y cuando ideas diferentes que apuntan a un mismo fin se combinan para crear algo nuevo, las ideas son revolucionarias, desestabilizadoras.

Así que a mi interlocutor que me llamó loco le digo: seguiré siendo loco por más tiempo, perfeccionando y refinando mis ideas, poniéndolas a trabajar para crear soluciones, yo seguiré cuestionando aunque a ti no te guste, es más, voy a cuestionar porque a ti no te gusta, porque a ti no te da el valor para hacerlo. Voy a soplar el débil castillo de naipes de tus ideales con mis argumentos, porque sé que lo que quede en pié, solo eso te será útil para construir algo nuevo. Lo demás es puro adorno, y en las ideas, los adornos estorban.