martes, 5 de abril de 2016

Enojo

Me enojo. Me enojo un montón.
Me enojo cuando mi estupidez me limita.
Me enojo cuando mi prejuicio me impide ver.
Me enojo cuando no puedo comprender.
Me enojo cuando me impiden hacer lo que considero justo y correcto.
Me enojo cuando intentan hacerme participe de lo que a mi entender es inmoral.
Me enojo cuando puedo hacer 100, pero hago 45.
Me enojo cuando acepto el fracaso como un resultado final posible.
Me enojo cuando fracaso y no tengo la voluntad para cambiar mi forma de enfrentar el problema.
Me enojo cuando me aferro a mi ignorancia como si fuera cultura.
Me enojo cuando no cuestiono y me enojo si me cuestionan.
Me enojo cuando me decepciono y cuando decepciono a alguien.
Me enojo cuando me vuelvo egoísta.
Me enojo porque no entiendo, me enojo porque no quiero entender y me enojo porque a veces no puedo entender.
Me enojo porque no he logrado lo que me he propuesto y hay días que parece que no lo voy a lograr.
Me enojo conmigo mismo y me enojo con el mundo.
Me enojo con los males del mundo, que también viven en mi.
Me enojo todo el tiempo, y eso me enoja.
Y cuando uno esta enojado tanto tiempo se vuelve triste.
Ya no quiero seguir triste, ya no quiero enojarme tanto.
He probado dejar de sentir, ser insensible y no me sale.
He probado anestesiarme, saturarme de otras sensaciones y dura muy poco.
He probado actuar como adulto, y me resulta muy falso.
He querido dejar de ser yo mismo, pero no hay nadie más quien pueda ser.
He procurado entenderlo todo, pero hay cosas que se me escapan.
Y estoy cansado.