jueves, 18 de mayo de 2017

Ese Cansancio

Llegué a casa. Tenía un par de horas de puente y me podía dar ese lujo, y con el día que había tenido hasta ese momento en parte sentí que me lo merecía. Un café reanimante, un apagar la cabeza un rato, una breve recarga de baterías (metafórica para mí, real para mis dispositivos) para darle el último tirón al día. Volví a mirar el reloj, faltaban treinta minutos. Vivo en Melo, una ciudad chica, así que hice la cuenta con una agilidad mental sorprendente para mi estado de semi sopor del momento: diez minutos para juntar mis cosas, diez y algo para llegar a la UTU... y diez para mi. La tentación fue muy grande, en menos de un minuto yo yacía inconsciente en el sillón de la sala, confiado en el llamado de un temporizador para despertarme. ¿Qué podría salir mal...?