lunes, 16 de diciembre de 2013

Para ver mejor

Desde hace varios meses, tras la adquisición de una herramienta adecuada para la tarea, he podido dedicarle tiempo a una actividad que siempre me ha fascinado: la fotografía.
Aún recuerdo cuando mi padre me puso en las manos nuestra vieja cámara familiar, la cual nos sirvió fielmente muchos años, aunque no muy seguido, ya que los rollos y los revelados resultaban carísimos para la nunca muy estable economía familiar. Ese día, mi padre me explicó que tenía que tener cuidado al encuadrar la foto para no "decapitar" a nadie. Mirar por el objetivo (con el tinte verdoso que tenía y las líneas de mira, me recordaban las escenas de los aviones de combate que veía por la tele), activar el flash, con el zumbido tan particular, casi cibernético que hacía, hasta finalmente presionar el botón y escuchar el chasquido del obturador. Era un ritual casi mágico.


Muchos años pasaron hasta que por fin pude darme el lujo de sacar cuántas fotos quisiera, gracias al advenimiento de la computadora y de nuestra primera cámara digital, la cual a los pocos años se vería complementada por las cámaras de los celulares y reemplazada por otras de mayor calidad. En un corto tiempo, el sacar fotos pasó a ser tan habitual que casi perdió la magia, el encanto místico que tenía. De hecho, en mi labor técnica es habitual sacar fotos al cableado interno de las computadoras que reparo para evitarme dolores de cabeza al volver a ensamblarlas tras hacerles una limpieza.
Pero al ser un habitual lector de literatura científica y documental variada, las fotografías tomadas por esos profesionales de pueblos, criaturas y fenómenos en situaciones que desafían la imaginación mantuvo viva la maravilla: aún había personas que, mediante el ojo de una lente, sabían resumir en una imagen una realidad sorprendente.
Entonces, casi inconscientemente, comencé a observar, a buscar esos momentos fugaces donde la vida parece condensar un universo frente a uno, esos momentos fotografiables. Y así comencé a observar un mundo que de a poco, según agarro práctico, me vuelvo capaz de compartir con los demás. Ahora puedo mostrar a los demás un poco de lo que yo he visto.

Y he visto la naturaleza tan impresionante que nos rodea, incluso en nuestras propias casas.

 A veces un poco aterradora...

...a veces misteriosa

A veces familiar y cercana...

a...A veces oculta a simple vista,

...pero siempre maravillosa

No dejo de maravillarme ante el privilegio de poder seguir aprendiendo de este arte y ciencia que es la fotografía, y espero poder complacer a quién se tropiece con mis fotos por ahí o por aquí. Espero contar con sus amables correcciones para mejorar mi técnica (y en algún momento tendré que hacer algún cursito), pero sobre todo espero poder inspirarlos a mirar a nuestro mundo de otra forma, más indagatoria y más curiosa. No importa que objetivo perseguimos. Capaz lo que se desea es la denuncia de la injusticia o la tragedia, o inspirar asombro, o simplemente revelar la realidad que se oculta bajo nuestras narices. Sea cual sea ese objetivo, los invito a tomar la cámara que tengan a mano y mostrar el mundo tal cual lo pueden ver, para que todos podamos ver mejor.



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